Los espectáculos de magia se han utilizado tradicionalmente como broche de oro para hacer más divertidas fiestas de cumpleaños y fiestas privadas. Hoy podemos encontrarlos en todo tipo de eventos. Haciendo más agradable la estancia de los asistentes.
La magia nos conecta con el niño que llevamos dentro. Nos devuelve la emoción por ilusionarnos, por sorprendernos. Aunque seamos un poco escépticos, siempre agudizamos nuestro ingenio para intentar descubrir como el mago ha efectuado su truco.
Ya de adulto, he llegado a ver espectáculos de magia viajando en un barco. En el ferri diurno a Mallorca, en verano, la compañía naviera organiza espectáculos de magia a media tarde en la cafetería. Además de los niños, que siempre se ponen en primera fila, los adultos abren sus ojos como platos para no perderse ningún detalle del show.
Los espectáculos de magia podemos verlos en las reuniones más inesperadas. Jorge Canales, director de H.C. Energía, nos comenta que contrató al mago Antonio Romero para un congreso organizado por su empresa. En palabras del directivo, aquella decisión fue todo un acierto. Ninguno de los asistentes al evento lo olvidará fácilmente, por ese momento tan divertido que pasó. Y es que un buen espectáculo de magia nos deja huella.
¿Por qué nos gusta la magia?
El psicólogo británico Gustav Kuhn reconoce en un artículo publicado en la web de la B.B.C. que la magia nos impacta porque trastoca el pensamiento lógico del cerebro. Esto sucede siempre, aunque sepamos que lo que estamos viendo es una ilusión. Esa conexión con el cerebro, con un final disociativo, se aprecia en cuatro procesos intelectuales complejos. Estos procesos son:
- Desvinculación. Cuando estamos observando un truco de magia, tenemos los sentidos puestos en cómo se está desarrollando. Estamos concentrados. En captar y mantener la atención del público influye las habilidades escénicas del mago. En mi opinión, la aptitud más complicada del artista. Sin embargo, llega un momento, cuando el espectador está completamente entregado, que el sketch da un giro inesperado. Rompe de golpe la concentración con un hecho que no esperábamos. Es un proceso parecido a contar un chiste. El oyente está siguiendo atentamente una historia y de repente se produce un suceso absurdo, algo que se sale de forma abrupta del tono general de la historia, y entonces estallamos en risas.
- El efecto sorpresa. Aunque estemos observando un truco de magia, que presumiblemente sabemos cómo va a terminar, nos esperamos hasta el final para comprobar si concluye, cómo presentíamos o adquiere una forma distinta. Este efecto está siempre presente en la magia. Los grandes magos son hábiles en utilizar este recurso. Cambian los finales. Alteran el ritmo de la actuación, haciendo que la resolución del truco aparezca antes o después de lo esperado, cuando el espectador no lo presiente. Modifican sus trucos de una actuación a otra, etc.
- La naturaleza de la percepción humana. Todo mago sabe que se va a encontrar entre el público personas que de entrada no creen en la magia. Que no se dejan seducir por el espectáculo. Puede ser que esa persona haya visto antes demasiadas actuaciones de magia o que se considere más inteligente que el artista. Pero, inevitablemente, siempre sucede el mismo fenómeno. El espectador escéptico intenta descubrir cómo se ha hecho el truco. Pretende adivinar la mecánica interna, su intríngulis. Es parecido a la curiosidad científica por la cual pretendemos descifrar determinados fenómenos que se dan en la naturaleza. Solo que en este caso, no recurrimos a textos científicos, intentamos descifrar el enigma empleando solo nuestro racionamiento. Aunque este espectador se considere por encima del mago, en los hechos, la dirección la lleva el artista, y el crítico espectador sigue la batuta que marca la actuación de magia.
- El carácter sugestionable del hombre. Aunque de entrada, sabemos que una actuación de magia no es real, es un acto de ilusionismo, nos dejamos atrapar por él. Es un fenómeno parecido, aunque más inocente, que las “Fake News” que circulan por las redes sociales. Dependiendo de la fuente, sabemos que no debemos darle crédito a determinadas noticias, sin embargo, terminamos por creérnoslas, por darles valor y por difundirlas. En este fenómeno influye la forma en la que se presenta la información, en cómo se cuenta una historia. Un mago para ganarse al público, o adopta una actitud de cercanía, utilizando el humor y mostrándose como una persona más del público, para eliminar las barreras propias de la incredulidad; o se envuelve de un halo de solemnidad, como hacen los mentalistas, para dar la impresión de que lo que está haciendo un experimento que bordea los límites del conocimiento.
La magia en la cultura popular.
La magia está instaurada en la cultura popular. Especialmente desde el comienzo del siglo XX. Un ejemplo de ello es El Gran Houdini. Un mago que ha pasado a convertirse en uno de los grandes personajes del siglo XX, a la altura del director de cine Charlie Chaplin, el pintor Pablo Picasso o la actriz Marilyn Monroe.
Erik Weisz, nació en Bulgaria. Con 4 años de edad emigró con su familia a Nueva York. Comenzó a trabajar como mago cuando era adolescente, haciendo trucos de cartas, pero pronto comenzó a considerar la práctica del escapismo. Aquello que le hizo mundialmente famoso. Como señala la revista Muy Interesante, Weiz cambió su nombre a Houdini como homenaje al ilusionista francés Jean Eugène Robert-Houdin, considerado el padre de la magia moderna. Y es que Houdini, además de ser un mago innovador, era un gran estudioso de la historia de la magia.
El Gran Houdini era un hombre de su tiempo. Vivió a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. La época de los grandes avances mecánicos que cambiaron el mundo. Coincidió con el nacimiento del cinematógrafo, del fonógrafo, de la fotografía, del automóvil y coincidió con los orígenes de la aviación. Vive la época de las “Vanguardias”: el cubismo, el surrealismo, el expresionismo. El momento en el que las artes tradicionales debían adoptar nuevas formas y vehículos de expresión.
Al igual que los nuevos inventos estaban sorprendiendo al mundo, Houdini quiso hacer lo mismo con su magia. Uno de sus trucos maestros era cuando lograba zafarse de cadenas, sumergido en una cuba llena de agua, colgado de los pies boca abajo, con las muñecas atadas por esposas de Scotland Yard y amarrado con una camisa de fuerza.
Uno de sus espectáculos más famosos era “La Metamorfosis”, no sabemos si en homenaje a la novela de Kafka, coetáneo suyo. En este caso, Houdini se introducía dentro de un saco, con las manos y pies atados con una soga. Se metía en un baúl, el cual se cerraba con cadenas y candados. Sobre el baúl se sentaba su ayudante. Se corría una cortina, y cuando se descorría, Houdini aparecía en el lugar de su auxiliar, sentado sobre el baúl, mientras el ayudante se encontraba dentro del saco, atado de pies y manos. Los espectáculos de Houdini siguen siendo, aún hoy, inspiración para muchos magos de todo el mundo
Otros magos que están presentes en la cultura popular son:
- David Copperfield. Es el mago de los mega-espectáculos de magia. Coincide con el auge de la televisión por vía satélite, entre mediados de los años 80 y principios de los 90. Sus shows han sido vistos por la pequeña pantalla en todo el mundo. Mezcla de montaje audiovisual y una creatividad desbordada, demostró en su día lo grande que podía llegar a ser el mundo de la magia. David Seth Kotkin, que nació en New Jersey y adoptó su nombre artístico en honor al personaje de la novela de Charles Dickens, en realidad, fue un niño prodigio. Con 12 años fue admitido por la Sociedad Estadounidense de Magia y con 18 impartía seminarios de magia en la Universidad de Nueva York. Entre otras proezas, en una emisión en directo por televisión hizo desaparecer la Estatua de la Libertad. En otra ocasión, se le vio levitando sobre el Gran Cañón del Colorado y atravesó un muro de La Gran Muralla China. En el 2006 vendió 33 millones de entradas y recaudó 4 millones de dólares. El mago que más dinero ha facturado en la historia con un solo espectáculo.
- Juan Tamariz. Reconocido internacionalmente, en nuestro país también hay magos que han trascendido el mundo del espectáculo. No podemos decir que Tamariz se ha inventado nada nuevo, bueno, algunos trucos de cartas de cosecha propia, pero lo mejor es que ha sabido llevar la magia a otro nivel superior. Su magia se caracteriza por dos elementos: la proximidad y el sentido del humor. Juan Tamariz solía aparecer en una mesa cubierta por un tapete de cartas, rodeado por gente del público. Tenía la habilidad de involucrar a espectadores en sus trucos con total naturalidad. El otro elemento era su simpatía contagiosa, con la que lograba meterse a la audiencia en el bolsillo.
La magia es un espectáculo sorprendente y entrañable, que en cualquier evento en el que se incorpore, lo redimensiona, creando una fuerte unidad subjetiva entre los presentes.