Qué es y cómo lucha contra el Parkinson

Seguramente muchos de vosotros sabéis bien lo que es o habéis oído hablar alguna vez de la enfermedad de Parkinson, aunque os quede tan de lejos como saber que la sufren algunas personas como el conocido actor Michael J. Fox, famoso por su papel en la saga de Regreso al futuro, el boxeador Alí y hasta el propio Adolf Hitler.

Pues bien, vamos a aprovechar este artículo para explicaros en qué consiste esta enfermedad. Se trata de un trastorno neurodegenerativo crónico que conduce con el tiempo a una incapacidad progresiva, y que está producido a consecuencia de la destrucción, por causas que todavía se desconocen hasta ahora, de las neuronas pigmentadas de la sustancia negra. Es una enfermedad que se conoce característicamente porque genera un trastorno del movimiento, además de las consabidas alteraciones en la función cognitiva, en la expresión de las emociones y en la función autónoma.

El Parkinson suele darse entre personas mayores, alrededor de los sesenta años y aparte de ahí, y afecta tanto a hombres como a mujeres. Y es, por otro lado, el segundo trastorno neurodegenerativo por su frecuencia por detrás de la enfermedad de Alzheimer.

Lo más sencillo para detectar este tipo de enfermedad es observando ese conocido como tembleque que tienen sus pacientes y realizar entonces otro tipo de análisis para descartar otros posibles trastornos o que simplemente sean factores asociados a la vez. Otros síntomas propios de esta afección son la hipertonía muscular (rigidez muscular), la bradicinesia (lentitud en los movimientos voluntarios e involuntarios, pero principalmente dificultad para comenzar y terminarlos), la pérdida de reflejos posturales y el temblor cefálico segmentario. Aunque en algunos casos también se suma a esto la ausencia de expresión facial, la disminución del parpadeo y del movimiento de los brazos al caminar. Eso sí, no todos estos síntomas han de coincidir en un mismo paciente ni evolucionar al mismo ritmo. Es posible también que aparezcan en el paciente otras características como la depresión y la ansiedad, la apatía, alteraciones cognitivas, trastornos del sueño, alteraciones sensoriales y dolor, anosmia (pérdida o disminución del sentido del olfato), y trastornos de la función autonómica.

No existe cura para este tipo de enfermedad, por lo que los médicos intentan al menos hacer que la vida del paciente mantenga y prolongue sus aptitudes. Para su tratamiento hay tres opciones que pueden combinar: farmacológica, quirúrgica y rehabilitadora.

 

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