Me acabo de topar, literalmente, con un belén gigante fabricado en mimbre. No me lo esperaba la verdad, más que nada porque nunca había visto un belén de ese tamaño y mucho menos confeccionado con ese material, pero ahí está, en medio de la Plaza de la Constitución en Pozuelo de Alarcón recibiendo a todos los vehículos y viandantes que hacen su entrada en el área.
Muy bonito no es, las cosas como son, pero he visto en el periódico que por la noche, cuando encienden las luces, la cosa cambia un poco y se ve muy original. No es que de repente se convierta en un Nacimiento de Botticelli, pero tiene su encanto.
Eso me ha hecho pensar que el mimbre es un material que nunca ha pasado de moda. Ha tenido sus momentos, como todo, pero siempre ha estado ahí. No hace demasiados años, nuestras abuelas aún llevaban la compra en cestas de mimbre y ahora, en decoración, es un material que crea tendencia. Fábricas como Borrás Hermanos, que llevan desde 1955 confeccionando multitud de productos artesanales con mimbre, siguen estando en la cresta de la ola y no tiene pinta de que el negocio vaya a decaer porque, al igual que otros productos que se siguen usando desde la antigüedad, el mimbre llegó a este mundo hace siglos para quedarse.
Desde el Antiguo Egipto hasta el s. XXI
Y es que este material está con la humanidad desde tiempos inmemoriales. En un pueblo de Soria, Ciadueña, han localizado un poblado celtíbero del siglo II Antes de Cristo, en el que se hallaron cestas de mimbre con más de 2200 años. ¿Sabéis lo que es eso? Lo voy a escribir con letra: dos mil doscientos años…. Tela marinera… Se ha excavado una vivienda de planta rectangular, y sus elementos arquitectónicos, que se compone de dos estancias , una despensa en la que se han hallado también grandes vasijas de cerámica, y una gran sala central en la que se sitúa un hogar en forma de “U” con trasfuego.
Pero el mimbre llega aún mucho más allá… Existen referencias documentales del mimbre ya en el Antiguo Egipto, una civilización que se desarrolló durante más de 3000 años y que comenzó alrededor del 3150 a. C. a orillas del valle del río Nilo y que no terminó hasta el 31 a. C (aproximadamente), cuando el Imperio Romano conquistó y absorbió el Egipto ptolemaico que desapareció como Estado.
A mí todo esto me parece muy curioso porque estamos rodeados de ordenadores, tabletas, móviles, y demás tecnología que es de reciente creación (finales del s.XX), abandonamos los coches tirados por caballos hace cientos de años y casi cada día aparecen nuevos productos en el mercado pero, sin embargo, seguimos utilizando un material que lleva con la humanidad más de dos mil años. Obviamente también podemos ver otro tipo de materiales, e incluso de inventos (sobre todo en la construcción) que llevan con nosotros casi el mismo tiempo. Pensemos por ejemplo en el arco romano que a día de hoy se sigue utilizando, o en las punturas de colores griegas que se fabricaban mediante productos naturales y que adía de hoy son la base de pinturas ecológicas e incluso para tatuajes.
¿No os pasa a vosotros que a veces pensáis estas cosas y alucináis pepinillos? Cuando estuve en roma no podía evitar tocar las piedras del Coliseo o del Panteón de Agripa pensando en la cantidad de años que tienen y siguen en pie, y ya no os cuento lo que sentí cuando estuve en Pompeya… es impresionante.