Correr y caminar son actividades muy diferentes, sin embargo muchas veces utilizamos zapatillas de correr para caminar o viceversa sin ser conscientes de las consecuencias que esto puede tener para nuestra salud. Y es que, al correr el pie golpea el suelo durante cortos intervalos de tiempo y con un impacto importante que no ocurre al caminar, donde los movimientos son más suaves y el peso suele recaer principalmente desde el talón y continúa hasta los dedos del pie. De hecho, algunos autores expertos en la materia como Emily Splichal, señalan en libros como Everyday is your runway: A shoe lover’s guide to healthy feet & legs, que caminar requiere de una amortiguación más completa y que no debemos emplear zapatillas de correr puesto que al hacerlo podemos estar provocando problemas como fascitis plantar, fracturas o tendinitis.